miércoles, 30 de septiembre de 2009

Bassat y sus pacíficos aprendices

“El Aprendiz” es un programa sensacional. Los concursantes son simpatiquísimos, Bassat es un hombre entrañable y la secretaria que dice “¿Sí?, Ahora pasan sr. Bassat” (espero encontrar pronto un vídeo), realiza una labor impagable, con una declamación mezcolanza perfecta de nervio interpretativo y sencillez de Ikea. Además, el compromiso de todos los componentes del programa es absoluto, no hay más que ver a la ayudante del publicista que después de enseñar a bailar a esa corte de bien vestidos en Fama, se pasa por sky line madrileño a rajar un poco de los humildísimos candidatos a aprendiz.

En el primer programa los chavales tuvieron una ardua labor encomendada por el afamado publicista; escoger un nombre para su grupo y designar un líder. Esta última cuestión, como imaginarán, trajo consigo numerosas dificultades, pues los recatados participantes aman la justicia social y no gustan de imposiciones. En cuanto al nombre, Bassat podría haber aprovechado para despedir a los 16 y hacer un nuevo casting, porque desconozco cuantas carreras se necesitan para poner peores nombres que “Crash.es” y “Stamina” (es que en inglés es más cool, ya se sabe).

No obstante, el programa tiene dos puntos claramente a su favor. El primero es que dura una hora y sólo tiene una pausa de cuatro minutos para publicidad. El segundo es que está grabado, de modo que no hay que soportar a un presentador diciendo nimiedades sobre “cómo han pasado los chicos esta semana en la casa, el ático o lo que sea”. En el debe, uno echa en falta más beligerancia entre los participantes, pues por su naturaleza tan llana e inofensiva, apenas se culpan de los fracasos. Y, lejos de ironías, a un Bassat más despiadado, pues los 15 chavales que se miden en el concurso se humillarían hasta límites insospechados por ganar. Y eso es un filón que la audiencia espera que sea explotado.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Mercado laboral

Atención jerifantes de empresa. Si ustedes creían que una de las mayores dificultades en la selección de personal (ya sé que esta circunstancia ahora les sonara a vasco) era distinguir entre currículum, no descuiden las ofertas que sus afanosos departamentos de recursos humanos redactan y, posteriormente, cuelgan en portales de e-mpleo.

En los últimos 25 minutos he rellenado alrededor de siete solicitudes para trabajos derivados del periodismo y la comunicación (en algunos casos, realmente derivados) sin tener claro en la mayoría de los casos qué era lo que ofertaban y demandaban de los desgraciados candidatos. Porque, veamos, "periodista para medio de comunicación mensual para la elaboración de reportajes para sus monográficos especiales", ¿qué es? Y, "Buscamos periodistas para corresponsalías en toda España. Interesante oferta económica, libertad total en medio digital de nueva creación", ¿seguro qué es tanta libertad? ¿Cómo para no ir y cobrar?

Digo yo que si a los figurantes de recursos humanos se les emociona el corazón cuando, en una entrevista de empleo, tartamudeas al comienzo de una respuesta porque eso se traduce en una enorme, visible y sonora línea roja sobre tú currículum, podrían poner algo más de su parte para además de que los aquí presentes envíemos historietas laborales como autómatas, supiéramos a qué se están refiriendo. Pero bueno, el problema es para los que tartamudean. Que yo hace seis meses que no lo hago en una entrevista de trabajo. A ver si adivinan por qué.