Que Bibiana Aído pretenda compartir con el resto de sus compatriotas la palabra “miembra”, no es una ocurrencia, ni tan siquiera por mucho que ella insista, un intento de crítica hacia el sexismo en el lenguaje o las instituciones. Se trata de una prueba, de un método basado en el ensayo y error para descubrir cuáles son las responsabilidades de su Ministerio. Si trabajadísimos planes contra la violencia de género no sirven, la ministra se inventa palabras y si esto tampoco es suficiente, llama sexista a
El caso es probar. Probar y equivocarse hasta que llegue el día en el que acierte, encuentre el sentido de su acción ejecutiva y, entonces, decida irse a casa a revelar sus pensamientos en la intimidad.
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