miércoles, 10 de diciembre de 2008

Invierno parlamentario

Aprecio en el invierno un toque de camaradería hacia mi persona que agradezco mucho. La boca abierta de los viandantes por la congestión nasal que produce el frío de estas fechas nos equipara. Una verdadera política de igualdad enviada por la naturaleza. Pero no hablaré de nuevo sobre mis problemas respiratorios, que son vox populi para los lectores de este blog, sino de otra cuestión que también nos pone de igual a igual.

Buena parte de los diputados españoles no saben expresarse correctamente y, por si fuera poco, contradicen el Reglamento que ellos mismos han formulado y utilizan papeles para sus intervenciones en las Cámaras representativas. Es cierto que la prohibición no es explícita en el caso del Congreso de los Diputados pero sí en el del Senado (artículo 84 del Reglamento del Senado) y no por ello le hacen mayor caso. También hay que reconocer que si el presidente de dicha cámara se pusiera estupendo en la aplicación de este artículo habría que exigir, a renglón seguido, que el Senado sirviera para algo. Y no se aprecia gran voluntad de que así sea.

En el mismo sentido; ¿sirve para algo la sesión de control al Gobierno? No, pero debe hacerse. Dependiendo del autor de la pregunta, el presidente se digna a mirarlo o no y, lo que es más importante, a responderle o evitar hacerlo. Ni que decir tiene que a la oposición mayoritaria lo de contestarle es una quimera. Se prefiere mejor hablar del pasado, de cuando ustedes gobernaban y dejaron una tasa de paro del no sé cuanto, de si mi Gobierno ha tenido la tasa más baja de la historia de este país, de que si ustedes hacían decretazos, de que si su Ejecutivo tiene tres o cuatro ministerios que no sirven para nada, que ¿de qué se ríe señor Solbes?, y cosas parecidas.

Como soy joven, todavía puedo ofenderme con una actitud como la que sigue; varado en su escaño, el vicepresidente económico reía junto a su colega de Justicia las palabras de Sáez de Santamaría, en toda una demostración de cómo se toma el partido en el poder este tipo de obligaciones democráticas. De Solbes ya está casi todo dicho, pero por tenerlo reciente, reiteraremos su oratoria insufrible y su incompetencia o torpeza, porque ya es mala puntería aceptar ser ministro en dos épocas de grave crisis económica mundial. Gran práctica ésta de atribuir la culpabilidad a los demás.

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