Dos frases que rechinan en los oídos y dejan un zumbido similar a un post-concierto:
- Es que Luis es así, todos le conocemos.
- Ya sabemos cómo es el temperamento de El Sabio.
No son literales, sólo perífrasis, pero joden. Sospecho que la actitud de los periodistas hacia algunos personajes públicos trasciende a la mera crítica, para bien o para mal, profesional. Es la única explicación para entender el compadreo y la compresión de tantos y tantos tertulianos con el seleccionador nacional durante injustificado tiempo. Así quitaron hierro a que “usted es mejor que el negro de mierda”. Luis es así. Les llevó a olvidar con prontitud su promesa de abandonar
Luis Aragonés engaña desde su sobrenombre: El Sabio. Es como si a Ahmadineyad le llamáramos “El Demócrata” o a Henry Kissinger “El Premio Nobel de
Su excelso palmarés se resume en 4 copas del Rey, una Intercontinental y una Liga, conseguidos estos últimos allá en la década de los 70. En esa vorágine de comparaciones a Del Bosque habríamos de llamarlo “El Triunfador” o a Rafa Benítez “El Estratega”.
Luis engaña cuando dice que “Raúl volverá cuando considere que esté bien, y tal”, cuando es vox populi que esa relación se rompió en Alemania. Engaña cuando afirma que “llevo a los que considero que están mejor, y tal” y convoca a cinco jugadores del Valencia que, en efecto, está realizando una temporada que se confunde con la perfección. Y engaña cuando dice que “Luis tiene fecha de caducidad…” porque esa fecha pasó hace un año y todavía le tenemos que soportar.
El episodio en Onda Cero con Alfonso Azuara es bizarro e impresentable. El discurso del seleccionador se resumió en “cobarde y mentiroso” y “las churras y las merinas”, todo ella claro está, voz en grito y sin la necesidad de conjugar verbo alguno. Su poder se basa en la repetición constante e incesante que actúa cual martillo en la cabeza y al principio genera sorna y luego patetismo.
Si al responsable de ese discurso lo continúan llamando “El Sabio”, “El Ignorante” debe ser un gilipollas de mucho cuidado.
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