lunes, 9 de marzo de 2009

Escándalos y seriales

Reconozco que el único serial informativo que he seguido con atención en los últimos tiempos ha sido el escándalo de la Asamblea del Real Madrid, atraído por la figura de ese chaval descamisado, paradigma de lo que uno se encuentra por Madrid, Nanín y el arquetipo de presidente forofo que yo reivindico para el fútbol, Ramón Calderón.

Otros seriales ciertamente más importantes, como el del 11-M o el actual de presuntos espías y corrupción en el PP, los vivo sin fervor, especialmente porque la lluvia de datos, causalidades y casualidades, implican un gran esfuerzo intelectual en pro de discernir la gravedad del asunto. Y claro, entenderán que entre que soy un hombre ocupado (en buscar trabajo) y que ojeo más de un periódico al día, la conquista de esa esfera de la veracidad me resulta más complicado que escalar el Everest con o sin oxígeno. Hoy más que nunca, creer a un periódico es un acto de fe. Casi, casi, como trabajar en uno de ellos.

Lo que sí me gusta y, de hecho, me deleita, es un comentario tertuliano por excelencia, que parafraseo a través de un ejemplo actual: “Y es que, perdone que le diga, pero si a Camps le pillan en un caso de corrupción por unos trajes de 30.000 euros de valor, es que es tonto…” No me digan que no es enternecedora esta aceptación implícita de que sí, que los políticos siempre se llevan algo crudo, pero es lo que hay. Clara muestra de que (atención, imposten la voz para leer la siguiente frase) “la sociedad española es una sociedad madura y que toma nota de los errores del poder público…”

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