martes, 24 de marzo de 2009

Kosovo nos importa

Lo de Kosovo es tan grave que, en España, estamos apuntito de descubrir dónde está, y todo. En los últimos 10 años el despliegue de nuestros militares en aquella región, hoy ya estado autoproclamado, fue objeto de fuertes críticas, numerosísimas preguntas en el Congreso, campo de batalla, nunca mejor dicho, de la contienda electoral. Arma arrojadiza contra el rival, en definitiva.

Cuando yo alternaba por la facultad, recuerdo una pregunta que le formulé a mi extraordinaria profesora de Relaciones Internacionales, María José Pérez del Pozo, libro abierto de la historia de Europa del siglo pasado. Mi cuestión decía, más o menos, así: "¿Y por qué España es de los pocos que se oponen a la independencia de Kosovo?". Claro está, mis compañeros se echaron a reír a mandíbula batiente, denotando mi desconocimiento sobre política exterior y misiones de paz, porque en aquel aula, como en todo el país, eran todos expertos de la materia.

Por ello, cuando el Ministerio de Defensa tuvo la brillante idea de ambientar un anuncio autopromocional y de captación en la ciudad de Mostar, que cae un poco más allá de nuestras narices, esperé con entusiasmo los afilados comentarios de políticos, periodistas y tertulianos, personalidades al día de la "cosa internacional". Y, lo único que me encontré, fue el punzante comentario de mi amigo Dámaso que ya me había advertido sobre la bella ciudad balcánica tras un viaje. Le parafraseo: "era un ejemplo de convivencia entre bosnios, croatas y la madre que los parió que la puta guerra se encargó de joder". Sí, mi amigo Dámaso es fan de Pérez-Reverte y expresa sus pensamientos con la claridad de a quién le importa un rábano lo que piensen de él.

Cuando en futuro más o menos cercano hagamos ejercicio de autocrítica sobre nuestra escasa influencia internacional, recordemos de qué manera hemos enfocado la torpe decisión de nuestro Gobierno sobre Kosovo y en qué eslabón de la cadena han quedado los intereses del país frente al poder de una lógica que nos ha aplastado.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mostar es una lección para el mundo de los peligros de los nacionalismos exacerbados por motivaciones religiosas.

Nueve meses de sitio y barbarie se cargaron décadas de convivencia amistosa entre etnias distintas y han contribuido a generar un clima de fría hostilidad que tardará, siendo optimistas, otras tres o cuatro generaciones en curarse.

Anónimo dijo...

Hola, soy una chica muy moderna y muy molona. ¿Me puedes dar el número de teléfono de Dámaso?

Tiene pinta de ser un tipo encantador a la par que atractivo.

Diego Campo dijo...

Te lo daría encantando, pero Dámaso es un chico muy tradicional y podría ofenderse. Como mucho te doy su Tuenti...

Anónimo dijo...

Ese Dámaso que es un intelectual?

Diego Campo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Ilustrado diría yo. Acude siempre que puede a las tertulias literarias del Café Bar La Cooperativa. Allí le encontrarás.