viernes, 20 de noviembre de 2009

Carisma internacional

Vaya por Dios que no tiene carisma. Qué pena. Es raro, porque la Unión Europea es una institución que estila buena imagen y potente percepción allá donde va. Amén, claro, de sus utilísimas competencias que sirven, por ejemplo, para que Francia, Alemania y Gran Bretaña decidan qué es lo mejor para todos (para ellos).

Hasta que lo designaron como presidente ayer por la noche, la mala impresión que tenía sobre Van Rompuy radicaba en la dificultad para su pronunciación. Fan Rompui, Rompuí, Rompúi. En fin, hay que poner morritos para decirlo correctamente y si yo pongo morritos pues... eso, morrazos.

La prensa del día insiste en que tanto Rompuy como Ashton son dos desconocidos y la parte crítica que se desprende de esos titulares tiene su razón de ser. A la UE le falta empuje y peso internacional. Si estamos decidiendo quiénes nos van a representar, tiene poco sentido que esas caras no sean conocidas.

Bien, no les falta razón. No obstante, creo que si los representantes hicieran gala de una personalidad arrolladora se produciría una contradicción respecto a las competencias de las que disponen para hacer su trabajo. Este hecho tiene poco de casualidad, pues hace hincapié sobre la incapacidad de los países miembros de más peso de ceder aspectos de su soberanía nacional, mal originario del resto de los que padece la Unión. Ése y la desconfianza.

Además, el problema de fondo sigue sin resolverse. ¿Quién manda aquí? Como aprovechan para recordarnos los periodistas especializados en el tema, el que fuera Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, se preguntó una vez: ¿Qué teléfono marco para hablar con Europa? El hecho de que ese punto continúe sin resolverse sólo puede significar una cosa para Europa; su pérdida de peso internacional y, en consecuencia, su resquebrajamiento interno. Al final, nadie querrá llamar.

De ello podremos culpar a Rompuy, como lo hacemos con Ban Ki Moon en la ONU, adviertiendo que sus personalidades no ayudan, pero en el fondo de estos asuntos está la descreencia generalizada de que ambas instituciones sigan siendo útiles en los parámetros competenciales actuales. Y, qué coño, tampoco es tan soso. Rompuy tiene buen humor.



El periodista pregunta aquello que decía en voz alta Kissinger y Rompuy responde, "espero ansioso su primera llamada".

1 comentario:

Ange dijo...

Mucho más claro ahora, mil gracias!!