lunes, 8 de junio de 2009

Y, entonces, ACDC

Y entonces llega ACDC, saca un disco bueno o malo y ya tiene excusa para volver a salir de gira. Ya está. Sin necesidad de separarse y anunciar su regreso para conmoción de las masas. Sin caer en el error de transitar senderos diferentes al rock and roll abrazando los medios tiempos y las baladas. Sin dibujarse un tatuaje en los brazos para dejar a las claras su brutalidad musical. En fin, sin gilipolleces.

Así que, con esas, llega ACDC y da dos conciertos en Madrid. Anestesiando a los 15.000 primero y los 50.000 meses más tarde que acuden al encuentro de los más grandes de la historia de este rollo que está en crisis y todo lo que quieran, pero lo sigue petando cosa fina. Y miren que es raro que ocurra, más aún cuando coincide con el cierre de campaña electoral para las europeas de los partidos políticos.

Pero esa casualidad no es baladí. Pues ACDC bien podría haber sido alzado durante la campaña como estandarte del ahorro y, sin embargo, espíritu emprendedor en estos tiempos de crisis. Los Johnson y Young`s han sido fieles durante 30 años a cuatro únicos acordes, traducidos en himnos intergeneracionales en buena parte porque se recuerdan con pasmosa facilidad y porque tras ellos se encuentra la firma del único hombre conductor de corriente continua y alterna, según le convenga: Angus Young. Ese hombre que obliga replantear, por respeto a la justicia, la calidad de los eventos a los que uno acude y deja un poso de resignación en el espectador, que comienza a suponer que no vivirá nada parecido.

1 comentario:

Unknown dijo...

Angus es la puta estrella polar del Rock.