Así que sí, que vamos a ganar, que podemos y todo eso, pero Cuatro recurré al vudú como táctica disuasoria de malos farios, al cumpleañosfeliz (¿?) con el mismo motivo y así una retahíla de triviales rituales que alguien podría decir que nos señala como el país anacrónico e ignorante que en realidad somos, el mismo en el que sacamos de procesión a los santos a ver si llueve. Digo yo que alguien podría pensar eso, no sé.

De todo esto también subyace otra característica de nuestra idiosincrasia: la envidia. Rescatada ahora para acordarnos de los que no están (Raúl), de los que no marcan (Torres), o de los rehabilitados para el fútbol nacional (Luis Aragonés), como si tuvieramos que olvidar de facto que un hombre dijo lo que dijo y luego no lo cumplió.
Entre todos acabamos por lograr que el éxito de todos se diluya en las cuitas sobre las que hemos forjado nuestra identidad.
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