miércoles, 10 de septiembre de 2008

Y otros males

Un par de anécdotas para explicar el asunto este de la Justicia y el mamoneo: hace algún tiempo, dos miembros del Consejo General del Poder Judicial acudieron al programa “59 segundos” para responder a cuestiones acerca del Estatuto de Cataluña. ¿Cómo los presentó Ana Pastor? Muy fácil. Aquí a mi derecha, Pepín, del sector conservador y a la izquierda, Joselín, del sector progresista. Los jueces tuvieron un pequeño ataque de decencia, patético por cierto, y quisieron desmarcarse. Para su desgracia, gozaban de la forma física de Ronaldinho y la credibilidad de Barrionuevo y su intento fue vano.

Otra más: en la carrera tuve una asignatura que se llamaba “Comunicación Política” y fue un coñazo. Las cosas como son. Todo versaba acerca de los “juegos de los políticos” y la capacidad de la comunicación para crear universos paralelos que aceptamos como si fueran reales. Sea como fuere, aquellas sesiones como le gustaba decir al profesor, resultaban un incentivo al aburrimiento.

¿Conclusión? Pues dos más. La primera es que los jueces son políticos. O viceversa, que da un poco lo mismo. Lo dijo el mismísimo Garzón durante la etapa del proceso de paz. Las medidas judiciales deben acomodarse al contexto político.

Segunda. Debe regresar la crispación. Ya. Eran tiempos mejores. Al menos los golpes bajos eran descarados y las cartas estaban boca arriba. Ahora hay que aguantar como los dos principales partidos se congratulan de haber renovado un órgano fundamental dos años más tarde de lo debido, lo que le debe sacarle los colores incluso a Maquiavelo, que nunca creyó en una interpretación tan fiel de su “Príncipe”.

Un poco de demagogia para acabar: que se celebre la puesta en marcha de un sistema informatizado entre distintas instancias judiciales, en pleno siglo XXI, para evitar inacciones como en el caso de Mari Luz, es el mejor botón de muestra de cómo los aprendices de Goebbels nos siguen tomando el pelo.

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