jueves, 10 de julio de 2008

Sarkozy y la UE

Sirva la entrada de hoy como desagravio a Marcel Gascón, de los Gascón de toda la vida añadiría alguno, por su simpatía casi sin límites, al presidente de la República francesa, a la sazón, esposo de esa cantante aburrida de nombre Carla.

Me ha gustado Sarkozy en su primer discurso como Presidente de la UE. Apasionado, visceral, irónico, elocuente... resulta que hay veces en las que el afán de protagonismo tiene sus cosas buenas. Ya ve.


Y mire que de lo poco que le he escuchado, no me ha llegado a convencer. Hablaba 'Sarko' de cómo va a reducir europa su producción agrícola si estamos inmersos en una crisis alimentaria mundial y yo soy de los que creo que igual si redujéramos la explotación permitiríamos al Tercer Mundo exportar más y, por tanto, crecer económicamente. Claro que eso supondría reducir nuestro 'Estado de Bienestar' y como diría Rajoy, aquí se vive' razonablemente bien', así que lo mismo no es plan.


Para compensar, mencionaré una que sí me ha gustado: 'Defenderé los intereses de los europeos y no sólo de mi país'. Ay, ciudadano del mundo, que idealista entrañable. Como la UE, tan parecida a nuestro Senado.

1 comentario:

Mgb dijo...

Me alegro de que se le haya pegado un poco de mi sarkozismo. Yo últimamente estoy con Cioran: la política es totalmente inútil: está abocada a la melancolía. Sarko me divierte, y no me parece especialmente peligroso. Porque la política no puede solucionar nada, pero sí causar grandes desastres.

En todo caso, las emociones, el éxtasis, la realización personal, hay que buscarlo fuera de la política. Quienes la han buscado en la política han llevado a sus súbditos - siempre somos súbditos - a grandes desastres - Hitler, Codreanu, Stalin, El Mono Jojoy. Aquí le reconosco que Sarko no es de los hombres menos idealistas en política, y por lo tanto no es de los más inocuos. Porque el idealismo en política suele ser malo. Aunque también es cierto que de vez en cuando se dan grandes hombres como Václav Havel.

En fin: que me parece que no entiendo nada del mundo, que soy incapaz de formular ninguna verdad universal, sistemática. Todo fragmentario, basado en sensaciones más que en la razón.

Pero está bien así.