viernes, 9 de octubre de 2009

El Caimán se va al banquillo

Sin darse cuenta, los periódicos italianos confirmaron ayer en sus portadas la excepcionalidad del país en el que publican. Se congratulaban los principales rotativos de Italia del fin de la inmunidad legal de la que abusaba Berlusconi y su equipo de secuaces al frente del gobierno. Publicaban con grandes tipos que “La justicia es igual para todos” y que los excesos de Il Cavaliere, que son muchos y muy distintos a irse de putas en Cerdeña, pronto se contrapesarían con la fuerza de la ley, al parecer insobornable al poder político.

Lo cierto es que la alegría por la decisión del Tribunal Constitucional resulta bastante reduccionista. No está claro que Berlusconi vaya a tener que dar cuenta de sus corruptelas varias, ni que le vaya a costar el poder. Más bien, por la indecencia del personaje, la sentencia del TC le servirá para otra sesión de populismo, en la que las únicas instituciones que sirven son las centrales mediáticas que él controla y la opinión del pueblo se impone a la representación parlamentaria que han elegido. Así que ya ven, puede que, indirectamente, la realidad política italiana empeore aún más.

Pero no debemos ser escépticos. Existe al menos una razón para el optimismo que radica en el ser mismo de la democracia; las formas se han respetado. El Tribunal se ha pronunciado, Berlusconi ha insultado a medio país y, sin embargo, a toda Italia y sólo falta por ver la pericia de quienes acusan para mostrar los hechos. Que al final estén acertados de cara a puerta es otra historia, pero lo menos que se les debe exigir a quienes gobiernan las instituciones es que se comporten leales a la ley que representan. Y en Italia, de manera extraordinaria, ha ocurrido.

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