Gracias Nico

Francia ha tenido el detalle de tomar una decisión que nos reconcilia con la política de nuestro país. Quién nos lo iba a decir. La tierra de Sarkozy, el presidente en el que la derecha española piensa cuando piensa en un presidente; el hombre que libera a compatriotas en los confines del mundo; el mismo que anunció su negativa a asistir a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, hasta que dejó de negarse… En fin, el “emigrante húngaro a punto de partir para Estados Unidos que ha plantado sus maletas en París” que diría el ex director de Le Monde, Jean- Marie Colombani.

Pues bien, bajo su mandato y atenta supervisión, que convierte en vulgar el cargo de primer ministro en la V República, tres colegios franceses han pensado en pagar a sus alumnos por aparecer por clase, en lo que sin duda es la medida más imaginativa que nunca nadie haya tomado antes para luchar contra el absentismo escolar. He aquí una versión actualizada de un modelo impositivo que desecha la concienciación y que basa sus posibilidades de éxito (político, se entiende) en ese cambio de prisma, pues se presenta como medida social en vez de como compra de voluntades.

Quizá para Sarko este sea un tema menor que no merece de su pronunciamiento, aunque creía haberle escuchado en la campaña electoral que le coronó, exclamar las virtudes del trabajo, la disciplina, el orden, la autoridad y el mérito. Así que mientras Nicolás decide si hace algo al respecto, disfruta viendo como dos de sus ministros discuten sobre la conveniencia de la medida.

Por tanto, es hoy un día feliz para la educación española y también para la sociedad en su conjunto. Al menos lo es por comparación, circunstancia antes nunca vista, pues si citamos los méritos propios, sólo se me ocurre el Curso del 63 como la última fórmula novedosa de iniciar un debate sobre por qué cada vez nos sorprenden menos las políticas equivocadas.