viernes, 30 de octubre de 2009

El pelotón político

Pelotón ciclista, no de otro tipo, seguramente más siniestro. Para que vean que las noticias son siempre las mismas, la España mediática se convulsiona con el regreso del destape. El conocimiento de incesantes casos de corrupción tiene pinta de que va a provocar en el periodismo similares intentos de explicarlo desde todos los ángulos posibles, como ocurrió con la crisis (ocurrió porque ya no se es tan original, no porque no haya crisis).

El Telediario nos ofreció ayer un reportaje sobre este tema, enfocándolo desde el punto de vista de la Justicia. Falta le hacía a esta poderosa y cuestionada institución una sesión de baño y masaje en la televisión nacional, aunque el testimonio más enriquecedor lo ofreciera un ex fiscal anticorrupción. Glosaba las dificultades de su trabajo más o menos así: “el mayor problema es que los partidos no tienen la costumbre de denunciar posibles casos de corrupción entre sus militantes”. El ex-fiscal ignoraba en su declaración un interesante elemento corrector de esta tendencia; es el partido rival el que se encarga de formular esas denuncias, existentes o presuntas.

El caso es que lo mismo les ocurre a los ciclistas. Los seguidores de este deporte suelen lamentar el eco mediático que reciben los casos de dopaje, en comparación con otros deportes y, sobre todo, con la atención que generan las pruebas. Y los propios ciclistas respaldan esta postura y piden al público confianza en la limpieza de la competición.

Pero en su retórica, ciclistas y políticos cometen el mismo error que explica la causa de su escasa popularidad; no critican, no persiguen, no expulsan al infractor con honestidad. Convierten el hecho denunciable en un conflicto partidista o en historia turbia de una Familia, que ambos casos sólo contribuye a ensuciar al colectivo. Y en tanto que ni ellos mismos operan con determinación para extirpar la basura de algunas actuaciones, sólo cabe determinar que el motivo de este impedimento o bien es la cobardía, o bien que todos están en el ajo.

Es lo que sucede con la inoperancia. Que hace buena la generalización.

1 comentario:

Uno del nazareth dijo...

Todo un periodista!!!
Siempre estabas guardandome las espaldas, para que los jugones pudieramos hacer nuestro trabajo

DIEGUIN CRACK